La autenticidad: el mensaje más poderoso de una marca
- Fernando Lozada
- 13 oct
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 16 oct
Vivimos en una época donde las redes están llenas de anuncios perfectos, voces ensayadas y mensajes que suenan todos igual.Pero entre tanto filtro, producción y guion, hay algo que cada vez vale más: la autenticidad.
Esa capacidad que tiene una marca (o una persona) de comunicarse con honestidad, sin máscaras ni poses. Porque, aunque parezca sencillo, hoy ser auténtico se ha vuelto casi un acto de rebeldía.
Durante años, el marketing nos repitió que para destacar había que impresionar. Hoy, el público busca justo lo contrario: identificarse.
Una mirada directa, un lenguaje natural, una historia real o un gesto genuino pueden decir más que una pieza audiovisual super elaborada, con luces, efectos y presupuesto porque a la larga no se trata de la perfección del contenido, sino de la coherencia del mensaje. El poder de mostrarse humano:
En más de siete años trabajando con la comunidad hispana en Estados Unidos, lo he comprobado una y otra vez: cuando una marca se muestra humana, cercana y sin pretensiones, la audiencia no solo escucha… confía.
¿Por qué? Porque la gente ya no busca marcas perfectas. Busca personas reales, que las entiendan, que hablen su idioma y que compartan sus miedos, sus ganas y sus motivaciones.
Y aquí quiero ser claro: comunicar bien no siempre es verse impecable. A veces comunicar bien es atreverse a mostrar lo que realmente somos, con naturalidad, incluso con errores, y compartiendo lo que aprendemos en el camino.
Cuando una empresa logra eso, creanme cuando les digo que deja de competir por atención y empieza a construir conexión.
¿Por qué funciona la autenticidad?:
La respuesta es sencilla: la gente percibe la verdad.
No importa cuánta calidad y producción tenga un video, el público nota cuándo algo está forzado, cuándo se habla leyendo un teleprompter, cuando no hay conocimiento genuino o cuándo el mensaje no nace del corazón, ni de la empatía.
Y ojo: ser auténtico no significa improvisar ni descuidar la imagen.
No estoy en contra de los equipos de producción ni de quienes invierten en buenos recursos audiovisuales.
Ser auténtico significa, simplemente, alinear lo que dices, haces y proyectas, para que tu comunicación sea una extensión natural de tu propósito.
La autenticidad no se fabrica, se construye con coherencia.
Cuando una marca se humaniza (y su equipo también) los resultados dejan de medirse en métricas. Empiezan a medirse en confianza, comunidad y relaciones que perduran. Y aunque estos resultados no siempre aparezcan en un informe, son los que garantizan que una marca tenga algo más valioso que una venta: credibilidad.
En un mundo lleno de ruido digital, la autenticidad no es una moda… es una necesidad. No se trata de mostrarse perfecto, sino de mostrarse presente, cercano y real.
Finalmente creo que el propósito está en dejar huella.






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